yo-sombra

Mi rostro está partido en dos. Una mitad es una sombra que se desvanece. La otra soy lo que intuyo y pienso de mí, y los que los demás intuyen y piensan de mí, lo que proyecto a los demás, nada. El disfraz de un payaso anónimo.
La realidad habita en la sombra que se fuga, en mi parte sin nombre, la que intenta no caer cayendo, adelantándose a la muerte muriendo en la carrera, la que intenta no golpearse golpeándose.
Mí sombra soy yo, una oscuridad que avanza sin nombre entre espinas, lastimándose a ciegas con manos torpes y bestias para el amor.
Mi sombra soy yo, una herida que nunca cicatriza, una lengua purulenta con ojos que derraman palabras infectadas de vacío. Palabras que me atraviesan con imágenes inasibles. Imágenes que sigo con mis pies sombríos y sangrantes.
Mi sombra es la luz que me ilumina el camino de la ceguera.

Protegido, espero la palabra que desprende el tiempo en su fugacidad.

Tras de mí yo que también espera en su fugacidad el desprendimiento de la imagen postergada.

Tras de mí yo y la sombra de su sombra ante la luz que se disgrega en mis ojos.

Siempre en el andén del pasar se vislumbra el porvenir.

Lo miro sin respuestas esperando lo que ya sé.

Sólo nada.

Todo.

El tiempo también tiene la máscara que asusta para velar el edén.

Pero a veces se cristaliza en algo.

Eso es lo que espero.

Desangrar el velo, adentrarlo con boca de mudo.

Pronunciar el silencio dorado que esconde su fugacidad.

Solo

Cuando todo es inalcanzable el abismo nos llama por delante.

La luz es tenue, triste, descolorida, de morgue.

Las puertas no abren, todo es tan grande.

Nada contiene y el silencio se convierte en el tambor de ritual monótono.

Saltar es peligroso pero la única salida.

O la espera de agonía de todavía, de seguir sólo en la espera de...lo maravilloso.

Un cuento sin fin en el que siempre se muere en el intento.

Se muere solo pero en espera también de no estar solo.

De recuperar un aliento de otro en el último aliento.

De saltar hacia lo esperado confiando de que esté ahí.

Esperando el golpe.

O el abrazo interminable.

Desintegración

Cómo evitar la desintegración en el intento de nombrarse? Cómo? Si ni me huelo ni me siento lo que digo de mí. Sólo estelas, escombros, restos. No me alcanzo. Una parte de mí siempre escapa. Debería tatuarme el rostro y eso sería mas real que mi nombre, esa palabra que huye. Yo no tengo identidad. El lenguaje tiene mi nombre y no lo encuentro. Por eso mi sombra tiene más cuerpo que lo que veo o ven de mí.
Quiero creer que soy. Quiero creer que existo. El viento me lleva con palabras que no entiendo. Me desintegro en la oscuridad del lenguaje. Alguien me nombrará algún día?

Rearmándome

Cómo rearmarme sin ojos. Si mi sombra estuviese alerta dispondría de mis-sus ojos que gotean oscuridad y desde ella retomaría el camino hacia la luz. Pero ella se esconde, se fuga, juega conmigo como cuando niño, como cuando peleaba con ella. Este es el comienzo de una relación donde lo que quiero alcanzar está fuera de mis manos, que, sin ojos, tropiezan con todo lo inasible pero también con lo más áspero.

Cómo rearmarme sin boca. Si mis palabras son meros huecos donde el sentido se disfraza de impotentes balbuceos incomprensibles, como si la luna se hubiese posado sobre ellas con su halo de locura. Dentro mio se convierten en pequeñas navajas que me tajean, me acribillan, me desangran hasta quedar mustio, por eso digo lo que puedo desde este caos nebuloso para no caer en la nada.

Juego demente

La oscuridad de la mente es el vacío que nos traga, es el dolor que gana para torturarnos cuando caemos en él, un juego donde la sombra nos dispara para no morir, para que solo sintamos su presencia devastadora. La fortaleza de la locura es un juego y el gusto por jugarlo sigue siendo adictivo. Destruir las cadenas es imposible mientras la sombra está presente. Vestida de sombra la luz se aleja, vestida de sombra la luz se divierte con nosotros.

Enemigo en el espejo

Te- me veo hurgando en el dolor. Caminando en un laberinto circular de espejos donde cada reflejo le dispara a la sombra ( esa oscuridad que nos sigue ). Pero sin espejo ( vos - otro ) el verbo es un arma.El silencio un grito desesperado donde la sombra invade las sienes de locura, la palabra un eterno subsuelo que huele a cadaver viejo, a tiempo que ya paso su tiempo, a forma encarnada que no rompe sus cadenas, a nudo en la cara. El fuego es una luz que quema, el fuego es una luz que quema...

Nudo en la cara

El desamarre de los sentidos es la destrucción de aquello que nos aprisiona los pájaros de la mente. Cuando ello suceda las palabras dejarán de ser nuestros candados y serán llaves, pasajes, túneles, conductos a nosotros mismos. Ya las sombras serán de luces y nosotros la seguiremos a ella para iluminarnos. El arrastre será suave y el peso liviano. Descaminaremos las palabras como escaleras a balcones y miraremos con ojos atravesados por alas a los que tienen los nudos en la cara en la calle empedrada de los ciegos.

Nacer

Siempre hay un nacimiento en las profundidades, siempre trae palabras escritas que no se ven. En el subsuelo hay más, palabras apretadas naciendo, manos que las contienen pero no las pueden asir.

¿ Yo ? 2 ( Respuesta a Nico )

¿Si tuviera rostro sería yo? ¿ Si tuviera ojos sería yo ? Si tuviera ojos no me podría ver. Lo único importante sería el espejo.